CAPÍTULO II


"JESUS YO CONFIO EN TI"

CAPÍTULO II

“JESÚS, EN TI CONFÍO”2.1- CONFIAR EN SU PALABRASi ustedes me aman, guardarán mis mandamientos (Jn 14,15), ha dicho el Señor. Por eso, confiar en Cristo significa creer en su Palabra y vivir como nos enseña: amando a Dios, a nosotros mismos y al prójimo (Cfr. Mc 12,29-31), creyendo que el Padre nos da la gracia de su Espíritu para que amemos como Jesús (Cfr. Jn 13,34), quien nos ha mandado: Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso (Lc 6,36).Todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no se cayó, porque estaba cimentada sobre roca (Mt 7, 24-26). Cada día estamos construyendo nuestra vida personal, matrimonial, familiar y social. Y para que podamos hacerlo de tal manera que, resistiendo las dificultades, alcancemos la eternidad, es preciso hacerle caso a Jesús. ¡Sólo Él puede mostrarnos el sentido y la plenitud de la vida! Por eso dijo a santa Faustina: Deseo la confianza de Mis criaturas, invita a las almas a una gran confianza en Mi misericordia insondable 28.Si tu confianza es grande Mi generosidad no conocerá límites 29. Oh, cuánto amo a las almas que se Me han confiado totalmente, haré todo por ellas .30. Deseo que vivas según mi voluntad en los más secretos rincones de tu alma 31. Todas las bellezas son nada en comparación con lo que te he preparado en la eternidad 32. 2.2- CONFIAR EN SU IGLESIA“Cristo no se da en un mero ideal, sino en la Iglesia, que es su Cuerpo (Cfr. Col 1,18)”33. Por eso, confiar en Jesús significa vivir unidos a este Cuerpo suyo, obedeciendo al Papa y a los Obispos, a quienes Él ha elegido como sus representantes: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (Mt 16, 13-19). De sus enviados, Cristo mismo ha dicho: Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado (Mt 10, 40). Meditando esto, San Juan Crisóstomo afirmaba: “Son suficientes estas promesas para persuadir a todos los que recibieran a los apóstoles”34.Jesús nos recordó, a través de Santa Faustina: Has de saber que con un acto de obediencia Me das mayor gloria que con largas plegarias y mortificaciones.35Cuando eres obediente, te quito tu debilidad y Te doy mi fortaleza36. Él mismo se presentó como Modelo de obediencia: He venido para cumplir la voluntad de Mi Padre.37El Señor, que quiere ayudarnos a vencer al mal con el bien, pedía a la Santa una confianza total en la Iglesia; por eso la invitaba a obedecer al sacerdote que era su confesor, diciéndole: Cualquier desobediencia frente a él, Me alcanza a Mí. Yo te contestaré por su boca .38. El sacerdote, cuando Me sustituye, no es él quien obra, sino Yo a través de él, sus deseos son Míos . 39. 2.3- CONFIAR CON MARÍA, EN LA COMUNIÓN DE LOS SANTOSAlégrate, llena de gracia, el Señor es contigo (Lc 1, 28), saludó el Ángel a aquella que, desde su concepción inmaculada ha precedido, “la venida del Salvador” . 40. María fue elegida por el Creador para ser Madre de su Hijo único Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, permaneciendo siempre Virgen. Por eso, la hizo nacer sin pecado y la preservó del mismo toda su vida. Y cuando terminó el curso de su vida terrena, fue asunta, es decir, Dios la llevó en cuerpo y alma a la gloria celestial,41 desde donde intercede por nosotros, que en la cruz fuimos hechos sus hijos, para ayudarnos cada día , 42. repitiéndonos aquello que dijo en las bodas de Caná: “Hagan lo que Él, Jesús, les diga” (Jn 2,5).Ahí tienes a tu Madre (Cfr. Jn 19,27), nos dice el Señor en la persona de San Juan. Por eso, a Santa Faustina, la Santísma Virgen le dijo: Yo no sólo soy la Reina del cielo, sino también la Madre de la Misericordia y tu madre.43. Unámonos a María, amándola e imitándola, experimentando así su ternura maternal. Una forma de hacerlo es a través del rezo del Santo Rosario, que es contemplar con María el rostro de Cristo ,44. para que, haciendo lo que Jesús nos dice, experimentemos su Misericordia y seamos testigos de ella. La gran familia de Dios, hasta que Jesús vuelva y sea destruida la muerte, está formada por tres grandes grupos: los que peregrinan en la tierra; los difuntos que se purifican; y los que ya están con Él en el Cielo. 45Y su unión es tan estrecha, que los bienes de unos se comunican a los otros; 46los santos del Cielo interceden por nosotros ante el Señor (Cfr. Mt 17, 9; 2 Cor 5,8). 47Además, su ejemplo nos impulsa a imitar a Jesús. Por eso es muy útil conocer sus vidas. Los vivos podemos pedir por los difuntos, para que Dios termine de perfeccionarlos y puedan entrar al Cielo (Cfr. 2 M 12, 45) ) 48. También ellos pueden interceder por nosotros,49 que peregrinamos en esta tierra, donde podemos rogar unos por otros y, unidos a Dios, buscar la unidad.50 Así, en esta comunión, ninguno vive egoístamente sólo para sí mismo (cfr. Rom 14, 7).2.4- CONFIAR SIEMPRE, INCLUSO EN EL SUFRIMIENTOConfiar en Jesús es fiarse de Él siempre, incluso en las horas más difíciles de la vida, creyendo que en cada momento nos ofrece su ayuda y consuelo: Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados... y yo los aliviaré (Mt 11, 25-30). Ciertamente Dios no puede querer ningún mal, sin embargo, cuando lo permite, es para sacar un bien. Así lo entendió Santo Tomás Moro, quien poco antes de su martirio, fue capaz de consolar a su hija Margarita con estas palabras: “Ten... ánimo hija mía... Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor” . 51 ¿Qué nos toca hacer?; fiarnos de Él. Todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca (Mt 7, 24-26). Si le hacemos caso, entonces, aunque vengan las crisis, tentaciones y enfermedades; los problemas en casa, con la novia o el novio, con los amigos, en la escuela o en el trabajo; las angustias económicas, las duda, la soledad, el dolor y la muerte, no solo no nos derrumbaremos, sino que podremos edificar cada vez más alto, hasta alcanzar la eternidad. Así ha sucedido con muchos santos, como San Francisco de Asís y San Ignacio de Loyola, quienes descubrieron que en el sufrimiento se esconde una fuerza que nos acerca a Dios, y nos permite descubrir el sentido de la vida.Por eso, Jesús nos invita a una confianza total, incluso en medio del dolor. A Santa Faustina le dijo: No tengas miedo de los sufrimientos, Yo estoy contigo . 52Todo está en Mis manos53. Me alegro grandemente de que me digas tus temores... Yo te entiendo, porque Soy Dios-Hombre .54 Pon la cabeza sobre Mi pecho, sobre Mi Corazón y de él toma fuerza y fortaleza para todos los sufrimientos .55 También le recordó el valor salvífico del sufrimiento: Otras almas se beneficiarán de tus sufrimientos .56 Si; “Cristo ha elevado juntamente el sufrimiento humano a nivel de redención” 57 Por eso, San Pablo afirmaba: “Suplo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1, 24). “Sufro, pero no me avergüenza, porque sé a quien me he confiado” ( 2 Tim 1, 12). “Todo lo puedo en aquél que me conforta” ( Flp 4, 13). ¡Dejando al Señor que nos ayude, podremos cargar nuestra Cruz de cada día!.

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